lunes, 6 de julio de 2009

La respuesta es fácil


Paula entendía perfectamente el Carpe Diem en su concepto. Pero nunca lo pudo incorporar.

Estaba por hacer algo que disfrutaría, pero estaba pendiente de lo que no había sucedido antes y de lo que no sucedería después. Sucesos imaginarios, claro está, por lo menos los futuros, todas elucubraciones de su duda, de su síndrome de abandono crónico. Por supuesto no tenía certezas sobre la NO realización de aquellas cosas que ya daba por sentado que no ocurrirían esa tarde.

Por supuesto, Paula estaba enojada. Quería hacérselo saber a Pablo, pero no podía. Entonces vagaba de una habitación a otra como distante, como ocupada. Respondía con monosílabos a la alegría de Pablo. ¿Pero qué iba a decirle?, ¿qué había para “hacerle saber”?, nada en concreto, los fantasmas de la inseguridad no se ponen así no más sobre la mesa del otro.

Igual, lo peor se daba adentro, adentro era como una bolsa de gatos, adentro se fermentaban los miedos y se pegaban en el fondo de la olla.

Mejor iba a lavarse la cara y a tratar de dejarse de auto hincharse las pelotas. Iba a hacerse la boluda de sí misma.

Se levantó pensando nuevamente con armar un marquito para pegar en la puerta, de manera de chocarse con él indefectiblemente (siempre le gustó usar esa palabra). Un carpe diem en verdana 72 sería suficiente. Otra vez será, todavía había que hacer otras cosas.

Ahora, entre nosotros, no creo que Paula lo logre. Ella es de los que antes de armar la valija, ya están pensando en la ropa que tendrán que lavar a la vuelta de las vacaciones…

M.C.
Julio 2009.
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Carpe diem es un concepto latino que fue acuñado por el poeta romano Horacio.
Su traducción literal significa “cosecha el día”, lo que hace referencia a la importancia de aprovechar el tiempo y no malgastarlo.
La frase completa utilizada por Horacio fue “carpe diem quam minimum credula postero”, que puede traducirse como “aprovecha el día, no confíes en mañana”.
Puede considerarse desde dos puntos de vista: por un lado, es una exhortación a no dejar pasar el tiempo; por el otro, puede referirse a disfrutar de los placeres de la vida en el presente, sin pensar en el futuro que es incierto.

1 comentario:

PeterG dijo...

Ella es de los que antes de armar la valija, ya están pensando en la ropa que tendrán que lavar a la vuelta de las vacaciones…

Yo soy así también, a veces.