lunes, 21 de julio de 2008

Pasajera en trance.



“Dolores quería salir. Salir. Pasear. Que saliera toda la familia. Ir a algún lado. Los cuatro.
-¿Adónde?- preguntaba don Martín.
-No sé. A pasear- decía Dolores.
El hombre de la casa estaba desconcertado. Sus movimientos de jubilado joven no pasaban de la zona norte y si los domingos no hacían algunas de las trajinadas visitas familiares, su proyecto era hogareño por desidia y falta de imaginación.
-Salí vos con los chicos- le dijo a Dolly.
-Vamos a salir los cuatro.
/…/
A las tres de la tarde, el grupo familiar partía con olor a Acqua Velva.
A las dos cuadras de caminar en silencio rumbo a la estación de tren, Marcelo preguntó:
-¿Adónde vamos?
Cinco pasos después el padre respondió:
-Al fin del mundo.
/…/
En Belgrano cambiaron el tren por un colectivo. El paseo al fin del mundo avanzaba como un cuajo de equívocos, disconformidades y rencores, un viaje a la tristeza, a la imposibilidad de estar en algún lado cumpliendo el más nimio ritual de familia feliz.
Se bajaron en Puente La Noria. Tomaron un café con leche mudo y sentimental en un bar cualquiera y volvieron con don Martín que preguntaba, esporádicamente, los resultados de los partidos de fútbol que desde los receptores de radio armaban un murmullo artero en la ciudad semivacía".

Vicente Muleiro – "Cuando vayas a decir que soy un tonto".