lunes, 21 de diciembre de 2009

Sabor a mi


Alguna vez se te infectó la herida, se te oxidaron los clavos que te sostenían en la cruz… Pablito clavó un clavito… qué clavito clavó Pablito, vos me dirás.
Dolió y supuró, y cuanto más limpiabas más habrás visto el agujero. Casi casi llegaste al hueso.
Pero dale, vení, vení y maullá nomás, ronronéame toda, como a mí me gusta. Ahora aséate si querés.
(Quién te dice que en otra vida alguien no compre mi Moleskine mamarracheada en alguna feria de antigüedades…)
Querer querer, lo que se dice querer, queremos todos. Pero yo te quiero hasta la médula, te quiero hasta la punta de los pelos, hasta tu última gota.
Y sí, soy yo, el sujeto raro que te escucha cuando hablás, la que a cada monosílabo se le va la vida. Soy la que derrite chocolates con la mirada y congela el agua en las cubeteras.
Soy la que te busca en la oscuridad y llora de felicidad cuando te encuentra. Que oscuridad más bonita. Ya no hace falta dormir con el bambi luminoso en el tomacorrientes del cuarto.
Dale, quereme toda. Y después contame qué tal se siente haberme querido así.

MC
29-11-2009

5 comentarios:

Marcelo Vivar dijo...

Cada dia me gusta mas leerte! Siempre crei en vos y en tu talento y ahora lo confirmo con alegria y admiracion. Marce no dejes nunca de regalarnos el placer de tus palabras!
Te adoro!

M.C. dijo...

Sólo puedo decir que es recíproco :) hasta la parte del "Marce" lo es!

Gabriel dijo...

Que bueno, Marcela.
Además, en el relato descubrí el enigma de la foto!
Un abrazo,

Gabriel

PD: Ah, feliz navidad

Anónimo dijo...

no sé como llegue, pero tu escrito es hermoso, loco, diciente, exótico, exitante. me tramó.
un abrazo

M.C. dijo...

Gracias, muchas gracias! Que sorpresa agradable!