miércoles, 12 de marzo de 2008

Tu Arma En El Sur


Es difícil mirarlos a los ojos, porque el alma les sale a gritos.
Y mas difícil es no mirarlos, porque esquivarles el dolor es negarlos.

Ellos tienen las caras rotas, como un espejo que da temor a los siete años de mala suerte.
Ellas tienen las entrañas destruidas de haber parido con dolor algún abuso.

Y cuando me tocan lo hacen con respeto, como si mi piel fuera a quemarlos.
Cuando me hablan lo hacen en voz baja, como si sus palabras no fueran dichas en el dialecto que yo entiendo.
A diario me pregunto por qué mi lengua es un harapo que no logra articular razones.

Con las bocas llenas de preguntas que no debo responderles.
Con los bolsillos llenos de nada.
Con los pies descalzos y el hambre como único alimento.
Con los hijos sin sendero.
Con el asco de heredero.

Tampoco tengo aguas que logren lavar la tierra de sus manos.

Y yo tan absurda, tan insignificante frente a la grandeza de la desesperación que los encierra. Tan inútil, tan torpe que no puedo recoger sus redes.
Y después de haber dormido en camas de piedra, recogen su miseria para llevarla ante mis enojos. Y dejan sin efecto mi vulgar preocupación.

Pero tan serenos que me inquietan, tan orgullosos que dan miedo.
Con más perseverancia que en todas mis tentativas. Con más astucia que en todas mis estrategias.

De pie ante mi, y yo de rodillas.

MC 09-05-2002

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Martin Katz dijo...

Me gusta como lograste transmitir tus sentimientos :) ... hay mas?